viernes, 11 de julio de 2014
jueves, 10 de julio de 2014
viernes, 20 de junio de 2014
martes, 27 de mayo de 2014
martes, 13 de mayo de 2014
Edgar Morin el padre del pensamiento complejo
7 Saberes necesarios
Edgar Morin
(París, 1921) Sociólogo y antropólogo francés. Estudioso de la crisis interna del individuo, ha abordado la comprensión del «individuo sociológico» a través de lo que él llama una «investigación multidimensional», es decir, utilizando los recursos de la sociología empírica y de la observación comprehensiva. Fuertemente crítico con los mass-media, ha analizado asimismo los fenómenos de propagación de la opinión.
Edgar Morin
Edgar Morin estudió en la Sorbona y en la Universidad de Toulouse. Licenciado en geografía e historia y en derecho en 1942, cursó posteriormente estudios universitarios de sociología, economía y filosofía, que se vio obligado a interrumpir por el estallido de la II Guerra Mundial. Fue militante de la resistencia francesa contra el movimiento nazi y, más tarde, miembro del Partido Comunista Francés hasta 1951, año en que fue expulsado por su antiestalinismo. Pese a que desde su abandono del PCF no militó en ningún partido, nunca dejó de interesarse y participar en la política.
Durante 1945 y 1946 fue jefe de propaganda del gobierno militar francés en Alemania. Entre 1947 y 1950 fue redactor jefe de un periódico en París. Dirigió además la revista Arguments (1957-62) y Communications (1972). Investigador y miembro del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS) desde 1950, en 1970 pasó a ser director de investigación de dicho centro. Desde 1977 dirigió el centro de estudios interdisciplinares de la Escuela Superior de Ciencias Sociales, dependiente del CNRS.
En 1970, antes de trasladarse a California, formó parte del llamado grupo de los diez, dirigido por el doctor Robin y que reunía a biólogos, cibernéticos, físicos y renombrados expertos en diversas áreas. En 1987 presentó en Estrasburgo Pensar Europa, un estudio sobre la pluralidad cultural y social del viejo continente. En dicho acto hizo un llamamiento a los intelectuales para que desempeñen "una misión catalizadora en una Europa cuyo nuevo enemigo es su desunión". Edgar Morin defendió "la Europa de los pequeños espacios culturales", afirmando que "la internacionalización y la particularización en la cultura son procesos antagónicos y complementarios".
Como ensayista está considerado como uno de los grandes pensadores franceses actuales y es colaborador de numerosas publicaciones científicas. Autor de más de treinta libros, reflexionó sobre el marxismo en La autocrítica. En El espíritu del tiempoglosó los acontecimientos de mayo del 68, y en El espíritu del tiempo II (1975) respondió a las críticas recibidas por el primero. Sobre el estudio de los fenómenos de comunicación de masas, especialmente el cine, publicó El cine o el hombre imaginario (1956) y Las stars (1957). Entre sus ensayos antropológicos figuran El paradigma perdido, la naturaleza humana (1973), La naturaleza de la Naturaleza (1977) y La vida de la vida (1980). Sus obras El paradigma perdido y El método son utilizadas como textos de consulta por los estudiantes de filosofía.
Otras obras del autor son El espíritu de la época(1962), Introducción a una política del hombre (1965),La Comuna en Francia: la metamorfosis de Plodémet(1967), El rumor de Orleans (1970), Diario de California(1971), Qué es el totalitarismo. De la naturaleza de la URSS (1983), Tierra-patria (1993), Para salir del siglo XX (1996) y Amour, poésie, sagesse (1998). Edgar Morin fue galardonado en 1992 con el premio Médicis de comunicación; en 1994 recibió la Legión de Honor y el premio Internacional de Cataluña.
martes, 29 de abril de 2014
martes, 28 de enero de 2014
Ajedrez
…Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
Reina, torre directa y peón ladino
Sobre lo negro y blanco del camino
Buscan y libran su batalla armada.
No saben que la mano señalada
Del jugador gobierna su destino,
No saben que un rigor adamantino
Sujeta su albedrío y su jornada.
También el jugador es prisionero de
otro tablero
De negras noches y de blancos días.
Dios mueve al jugador, y éste, la
pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama
empieza
De polvo y tiempo y sueño y agonías… (Jorge Luis Borges) extracto
lunes, 27 de enero de 2014
Disputa por señas (fabula)
Sucedió
una vez que los romanos, que carecían de leyes para su gobierno, fueron a
pedirlas a los griegos, que sí las tenían. Estos les respondieron que no
merecían poseerlas, ni las podrían entender, puesto que su saber era tan
escaso. Pero que si insistían en conocer y usar estas leyes, antes les
convendría disputar con sus sabios, para ver si las entendían y merecían
llevarlas. Dieron como excusa esta gentil respuesta.
Respondieron los romanos que aceptaban de
buen grado y firmaron un convenio para la controversia. Como no entendían sus
respectivos lenguajes, se acordó que disputasen por señas y fijaron
públicamente un día para su realización.
Los romanos quedaron muy preocupados, sin
saber qué hacer, porque no eran letrados y temían el vasto saber de los
doctores griegos. Así cavilaban cuando un ciudadano dijo que eligieran un
rústico y que hiciera con la mano las señas que Dios le diese a entender: fue
un sano consejo.
Buscaron un rústico muy astuto y le dijeron:
"Tenemos un convenio con los griegos para disputar por señas: pide lo que
quieras y te lo daremos, socórrenos en esta lid".
Lo vistieron con muy ricos paños de gran
valor, como si fuera doctor en filosofía. Subió a una alta cátedra y dijo con
fanfarronería: "De hoy en más vengan los griegos con toda su porfía".
Llegó allí un griego, doctor sobresaliente, alabado y escogido entre todos los
griegos. Subió a otra cátedra, ante todo el pueblo reunido. Comenzaron sus
señas como se había acordado.
Levantóse el griego, sosegado, con calma, y
mostró sólo un dedo, el que está cerca del pulgar; luego se sentó en su mismo
sitio. Levantóse el rústico, bravucón y con malas pulgas, mostró tres dedos
tendidos hacia el griego, el pulgar y otros dos retenidos en forma de arpón y
los otros encogidos. Se sentó el necio, mirando sus vestiduras.
Levantóse el griego, tendió la palma llana
y se sentó luego plácidamente. Levantóse el rústico con su vana fantasía y con
porfía mostró el puño cerrado.
A todos los de Grecia dijo el sabio: los
romanos merecen las leyes, no se las niego. Levantáronse todos en sosiego y
paz. Gran honra proporcionó a Roma el rústico villano.
Preguntaron al griego que fue lo que dijera
por señas al romano y qué le respondió éste. Dijo: "Yo dije que hay un
DIos, el romano dijo que era uno en tres personas e hizo tal seña. Yo dije que
todo estaba bajo su voluntad. Respondió que en su poder estábamos, y dijo
verdad. Cuando vi que entendían y creían en la Trinidad, comprendí que merecían
leyes certeras".
Preguntaron al rústico cuáles habían sido
sus ocurrencias: "Me dijo que con un dedo me quebraría el ojo: tuve gran
pesar e ira. Le respondí con saña, con cólera y con indignación que yo le
quebraría, ante toda la gente, los ojos con dos dedos y los dientes con el
pulgar. Me dijo después que de esto que le prestara atención, que me daría tal
palmada que los oídos me vibrarían. Yo le respondí que le daría tal puñetazo
que en toda su vida no llegaría a vengarse. Cuando vio la pelea tan despareja
dejó de amenazar a quien no le temía".
Por eso dice la fábula de la sabia vieja:
"No hay mala palabra si no es tomada a mal. Verá que es bien dicha si fue
bien entendida".
sábado, 11 de enero de 2014
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